19 de mayo de 2011

Sobre la movilización social 15M


Ayer miércoles 18, cuando me pasé a echar un vistazo, nos topamos con un chaval que megáfono en mano rogaba a la peña que no convirtieramos aquello en un festival. Anduve husmeando bajo las carpas y la verdad es que el ambiente era de botellón en digamos un 60%. Aún así, vimos dos comisiones trabajando: una un poco retirada y la otra enumeraba una serie de ideas para protestas que pensaban proponer a la comisión interna (una de ellas colocar una pancarta junto al gigantesco anuncio sexista de Paz Vega que preside la plaza ¡bien!). Al otro lado de la plaza había un cartel con las diferentes comisiones creadas y la función de cada una. Una maravilla de organización, vaya. Los medios siguen sin entender nada. Como muestra, copio un artículo de prensa y la respuesta de una participante en el movimiento. Por cierto, todavía no está decidida la acción de protesta en las elecciones del domingo (si van a pedir que se vote o no), se debate hoy. Tampoco yo lo veo incompatible: siento la necesidad de protestar y exigir, y además (que no pero) llevo cuatro años esperando a hacer lo posible por deshacernos de Esperanza Aguirre.
Paz Blanco
Socia del Colectivo Sororidad

“Renunciemos a la tentación” ÀNGELS BARCELÓ 17-05-2011
Las protestas del 15M vuelven a las calles de 21 ciudades españolas
La indignación de una buena parte de la sociedad española se ha hecho visible a muy pocos días de las elecciones. El domingo se vota y la semana previa va a estar marcada por este movimiento que cuestiona el sistema político español y que busca otras salidas con mayor participación ciudadana.
Se cuestiona el actual sistema democrático, con todos los peligros que esto conlleva, porque, afortunadamente, en este país, tras décadas de dictadura, la democracia nos garantiza precisamente eso, la participación ciudadana. Cada cuatro años podemos revalidar o echar a quienes nos gobiernan. Se puede cuestionar su liderazgo, su manera de gestionar, podemos indignarnos, como hacemos, por cómo nos han dejado en esta crisis, podemos protestar por ello, en las calles, en la red, en los medios, pero es muy peligroso cuestionar el valor de los votos y de la soberanía popular.
Y lo es porque situarse al margen del parlamentarismo puede llevarnos a terrenos que en este país ya se han vivido de manera trágica. Si los mayores que participan en estas movilizaciones son justos, al mirar atrás verán el cambio profundo en este país. Y esto es gracias a la gestión de unos políticos que cambiaron el gris por el color. Si los de ahora no nos gustan, si pensamos que han perdido su ideología, que han sacrificado sus principios y nuestro estado del bienestar debemos decirlo, que sepan que les estamos vigilando, que vamos a criticarles, a pedirles explicaciones. Pero renunciemos a la tentación de cuestionar la democracia.
************Respuesta de una ciudadana indignada
Querida Àngels:
Sí queremos cuestionar esta democracia.
Cuestionamos esta democracia porque falla en su sustento, la soberanía popular: los mercados imponen decisiones para su propio beneficio y los partidos en el Parlamento no se enfrentan a este hecho mundial. No luchan en nuestro país ni en el Europarlamento para acabar con la especulación financiera, de divisas o de deuda soberana, ni para acabar con los paraísos fiscales y con las agencias de rating.
Cuestionamos esta democracia porque los partidos en el poder no velan por el bien colectivo, sino por el bien empresarial. Porque entienden que el crecimiento es crecimiento macroeconómico, del PIB y de los beneficios empresariales, y no crecimiento de la justicia social, de reparto de la riqueza que generamos entre todos, de los servicios públicos y del acceso a la vivienda y otras necesidades.
Cuestionamos esta democracia porque los partidos en el poder no velan por el bien colectivo, sino por el bien de los ricos. Se les bajan los impuestos, se les favorecen deducciones fiscales (vivienda, seguro sanitario, pensiones) y se crean servicios (algunos colegios concertado, pagados por todos) a los que solo ellos pueden acceder.
Cuestionamos esta democracia porque los partidos en el poder no velan por el bien colectivo, sino por por su propia continuidad en el mando. Porque solo les preocupa gobernar, pactan con quien tengan que pactar e incumplen su programa electoral. Porque ningún político vive lo que legisla para sus “súbditos”: precariedad, hipoteca e incertidumbre. Este gobernar para otros es una falla fundamental del sistema.
Cuestionamos esta democracia porque no incluye medidas radicales contra la corrupción, la retirada inmediata del acta en caso de imputación o de simultanear con un puesto en el sistema privado. Porque existen formas sutiles de corrupción como el enriquecimiento por uso de información privilegiada o el acceso, después del cargo, a puestos de asesores empresariales que no están reguladas y que hacen de ser político un negocio muy rentable.
Cuestionamos esta democracia porque no se basa en una participación efectiva de la población en la toma de decisiones, sino en una delegación absoluta en manos de unos políticos que se presentan en listas cerradas y a los que no tenemos ningún tipo de acceso. Por no hablar de que no existe una proporcionalidad en el voto. Es un absurdo absoluto que la forma de “castigar” a un partido sea votar a otro con el que no se está de acuerdo o permitir su victoria. En el mundo contemporáneo existen muchas otras formas de organización que permitirían a las personas participar y gestionar más esferas de lo común. Esto nunca está en los programas, porque les perjudica.
Cuestionamos esta democracia porque no acepta como ciudadanos a habitantes del país, personas que han venido de otros lugares, que sufren las leyes y pagan por ellas, pero que no puede elegirlas; esto le ocurría a las mujeres y los esclavos en Grecia. Todas las personas son iguales y deben poder decidir y aportar en el país en el que viven. No existen personas ilegales, solo ciudadanos.
Cuestionamos esta democracia porque los partidos en el poder no cumplen ni la propia Constitución: no hay trabajo digno, la justicia no es igual para los que tienen dinero que para los que no, ni se reparten viviendas para todos. Solo les importan los artículos de la Constitución relacionados con la unidad del Estado, les importa un bledo los que tienen que ver con un sistema más igualitario.
No diremos nada sobre los políticos “que cambiaron el gris por el color”, porque la impunidad de la dictadura sigue pesando mucho en nuestro país. No nos valen excusas, no podemos dejar de criticar la democracia realmente existente sin pensar en una democracia real. Yo no quiero elegir entre la democracia realmente existente o las dictaduras del pasado, quiero vivir de otro modo.
Querida Angels, ¿a usted le basta con la democracia realmente existente?
No somos mercancías en manos de políticos y banqueros
Democracia real ya!
Firma: Beatriz García

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